Llueven soñadas lágrimas en mis paraísos imaginarios. Las palabras se ahogaron en la humedad del aire, y en la pálida bruma de la fantasía me he quedado sin confesiones. No quiero permanecer en la necia frialdad de mi cuarto. Quiero salir y que las nubes descarguen alguna caricia sobre mi. No lo se, tal vez los diamantes irrepetibles de esta tormenta arrastren algo de la pena y dejen sólo el recuerdo de las noches compartidas.
La Orquidea
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